~Tengo miedo~
Por: Xiing
En la
distancia escucho los susurros, el crujir de las ramas entre los arboles;
presiento una tragedia, tratando de convencerme que nunca estoy en lo correcto.
Pero muy dentro de mí tengo miedo, porque sé que algo se avecina, algo
tenebroso, algo infernal.
Hace un par
de horas nada parecía importar; un trago más, un trago menos, entre chistes y
risas, todo era felicidad. Una felicidad inventada donde nada era real.
Ahora estoy
en este maldito bosque. No entiendo como llegue. Pero aquí estoy, caminando
solo en este sendero, quizás faltan un par de horas para el amanecer, pero el
bosque es tan denso que no logro ver el cielo. Tengo miedo.
Escucho las
hojas en el suelo crujir, siento sus pasos, mi corazón se acelera, la
adrenalina bombea por mis venas y decido correr. Corro como el viento que roza
mis mejillas, corro como Hermes en el Olimpo, corro porque mi vida depende de
ello; los pasos se hacen más fuerte tras de mí, cada vez más cerca, vuelvo y
hago otro intento por correr más rápido, pero sea lo que sea que me ha estado
siguiendo aun esta allá atrás a solo unos metros de distancia; intento pensar
que hacer, pero el miedo me consume, y mi mente se bloquea: Moriré esta noche.
A la
distancia visualizo algo que me podría ayudar. Una rama como extremo afilado lo
suficientemente fuerte para realizar mi contraataque.
Unos pasos más
y llego a mi salvación. Tomo la rama y me doy la vuelta para un último
enfrentamiento.
Silencio.
Los pasos
cesan, los sonidos se detienen, el viento deja de soplar, las ramas paran de
crujir.
Silencio.
Mi mirada
fija hacia el lugar de donde vine, dudoso por el cambio de acontecimientos. La
oscuridad de la noche opaca mi visibilidad en este bosque. Tengo miedo.
De repente,
sin invitación, un rayo explota a unos metros de distancia y caído de espaldas
contra el suelo. Luego por el estruendo, todas las aves abandonan sus refugios
y el aleteo de mil pájaros al unísono inundan el silencioso bosque en un ruido
estremecedor.
Pero entre
tantos aleteos distingo un peculiar sonido fuera de lugar, un diminuto gruñido
y un ladrido.
Otro rayo
cae un poco más lejos. Pero esta vez con su pequeño haz de luz, como un flash,
logro ver una silueta, una figura canina de tres cabezas y unos dientes tan
afilados como serruchos.
¡¿El
mismísimo Cerbero ha venido por mí?! Sé que no he sido la mejor persona del
mundo, pero enviar a los perros del infierno a reclamar mi alma ya es
demasiado.
Tengo mucho
miedo. No quiero morir aquí.
Sigo tirado
en el suelo temblando y empiezo a llorar.
Se reanudan
los pasos de la criatura y ruego por mi vida, retrocedo arrastrándome poco a
poco. Sin previo aviso siento a la bestia frente a mis narices; temblando,
asustado y moribundo, rebusco las pocas fuerzas que me quedan e intento
levantarme mientras la bestia solo se limita a gruñirme sin quitar su vista de mí
ni por un segundo.
Logro
ponerme de pie y con un impulso absurdo me doy la vuelta y corro, pero solo
logro dar unos pasos antes de tropezar y caer colina abajo. Siento como mi
cuerpo rueda a tal velocidad que los golpes solo son por fracciones de
segundos. Moriré.
Los golpes y
moretones se prolongan por unos segundos más. Y entonces escucho un fuerte
estruendo. Mi cuerpo se deja de mover. Intento abrir los ojos y buscar mis
heridas, tanteo mis brazos con las manos y luego toco mi cabeza, siento un área
espesa, llevo mis manos a donde pueda verlas y las encuentro manchadas de rojo
escarlata.
Me estiro en
el suelo y observo las ramas de los arboles allá arriba.
Otra vez, silencio.
Y lentamente
cierro mis ojos.
~
Lentamente siento mis manos, mis pies,
y abro mis ojos. Allá arriba el sol deslumbrante entre los árboles. Mi cuerpo
pesado y adolorido, apenas logro sentarme, estoy todo manchado de rojo.
Miro a mí alrededor y rio. Al
principio una sonrisa, luego rio a carcajadas. A mi lado, ahí dormido, un
chihuahua con la lengua afuera y tembloroso como son toda su raza.
Nadie me creerá que esta noche tuve
miedo, y que el guardián de las cinco puertas del infierno de mi casa me vino a
buscar al parque. Y que unas copas de más me hicieron vivir la pesadilla de mi
vida en carne propia.
Ya… No tengo miedo.
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