viernes, 22 de abril de 2016

~El Viejo Palenque~
By: Xiing


En la oscuridad de la noche alguien acecha. El Fontanero Palenque espera con inquietud, con su llave suiza en mano y una sonrisa malévola observa a su próxima víctima.
En estas últimas noches la bahía se siente fantasmal, la neblina espesa, la luz de los faroles parpadeantes y las olas rompiendo en intervalos cortos. Cualquier persona normal temblaría de miedo o evitaría esta ruta. Pero Tom no. Tom es diferente, él no le teme a la oscuridad; y su trabajo de medio tiempo como seguridad lo hacen sentir más confiado. Equipado con una pistola paralizante, es todo lo que necesita para llegar a su destino.
A unos metros  observando con vigía y ondeando su llave suiza, alguien inspecciona a Tom con sed de sangre.

<<Esta noche alguien morirá>>.

Palenque se acerca sigilosamente a su víctima, sus zapatos dan pasos inaudibles ante el ruido de las olas. Un paso, dos. Su víctima parece no darse cuenta. Palenque aprieta el paso y levanta su llave a la altura de su cabeza y se detiene justo en la espalda de Tom. En ese instante, en ese preciso instante, el mundo se detiene, las olas dejan de romper y todo empieza a moverse en cámara lenta.

<< ¿Viejo Palenque, tienes miedo? >>

Palenque era un fontanero desempleado y divorciado, su esposa lo dejo por sus problemas psicológicos los cuales deserto porque su psiquiatra desapareció “misteriosamente”.
El encontró su pasión en los asesinatos desde aquel día en que tuvo una discusión con su jefe en la empresa de tuberías, quien termino descuartizado y en pedazos dentro de bolsas de basura que posteriormente Palenque se tomó la molestia de arrojar en el desagüe municipal. Esta primera muerte Despertó su sed de sangre, provocando sensaciones que jamás sintió, abriendo nuevos horizontes y una nueva profesión.
En sucesión siguieron su jardinero, un vecino adinerado y su mejor amigo por haberse acostado con su ex esposa.
Cada asesinato lo hacía desear más, moler a sus víctimas a golpes con su llave favorita lo llenaba de gozo. Pero esta noche no será así.

<< ¿Por qué estas asustado, Viejo Palenque? >>

Palenque con su llave levantada y sus ojos mirando directamente a los de su víctima; por lo general, en este momento sus víctimas mostrarían terror en sus rostros, pero esta vez era palenque quien estaba aterrorizado.
Este lo miraba fijamente con una sonrisa que mostraba toda la amplitud de sus labios y sus ojos muy abiertos como una gacela. Palenque seguía incrédulo por la velocidad en la que se volteó. Pero Tom no parpadeaba y en sus manos sostenía la pistola paralizante apuntando al viejo Palenque. En un instante la pistola se disparó y el viejo fontanero cayó al suelo sintiendo mil voltios atravesando sus venas.

Sus ojos aun incrédulos observaban con miedo a Tom quien su sonrisa ahora era una carcajada y lo último que escucho antes de perder la conciencia fue: “Esta no es tu noche, Viejo Palenque”.

La noche es hermosa, en especial en el risco al sur de la bahía. La neblina era menos densa ahí, y desde ahí se podía ver de cerca como las olas rompían en la orilla. Sentado en una banca que estaba al borde, estaba Tom con un cigarrillo en mano dándole los últimos sorbos a la colilla, y a su lado recostado estaba el viejo Palenque amarrado, amordazado e inconsciente. Tom avienta su cigarrillo al mar con la mente en blanco y con la sonrisa aun dibujada observa al cuerpo adyacente de viejo, esperando que despertara para empezar el show. Vuelve y ríe en un tono casi audible.

Minutos después Palenque empieza a recobrar la conciencia, abre los ojos e inmediatamente se percata que no puede moverse, ni hablar, solo puede ver. Ver esos gigantescos ojos frente a él, y la sonrisa diabólica de alguien que hace solo unas horas antes era la presa. Ahora el cazador se veía envuelto en un problema mayor, ahora él iba a ser cazado.

Tom no dejaba de mirarlo y reír: -Palenque, Palenque, no sabes lo que te espera. Esta noche es hermosa. Al menos para mí.

Se levantó y camino hacia su auto estacionado a solo unos metros. Sacó una mesa plegable y una bolsa grande. Las acerco a la banca y tendió la mesa, sobre ella puso un mantel. Se volvió hacia Palenque lo levanto con fuerzas inhumanas mientras éste se revolvía tratando de evitar lo inevitable y murmurando palabras inentendibles a través de la mordaza en su boca. Tom puso al viejo sobre la mesa. Ató sus manos en cada esquina, e hizo lo mismo con los pies, entre forcejeo con su víctima logro lo que quería.

-¿Sabes cuál es la gran diferencia entre tú y yo? Yo soy inteligente, mi locura no se compara a la tuya, los retos me atraen y mi amor a la sangre es tan espectral y tan hermosa. No hago esto por diversión, lo hago por pasión. La sangre es mi enamorada, y cada cuerpo desollado es tan hermoso como cualquier otro. No importa que sea una virgen, una rubia, un jugador de futbol, o un viejo fontanero sin vida. Esto es mi pasión, y cada una de mis presas son un santuario para la sangre que yo libero. – Decía Tom, en el momento que sacaba una podadora de la bolsa. Y se la mostraba al viejo. – Verás, esto que tengo aquí, ya te imaginaras para que la usaré. Soy tan bueno que antes de que vayas al cielo, o al infierno, la verdad me da igual, te cortare las uñas. Te verás como un maniquí antes de morir, perfecto.
Acerco la podadora hacia las manos de Palenque y este seguía forcejeando con las ataduras, pero estas estaban tan firmes que a pesar de poder mover los brazos sus manos estaban quietas, listas para el procedimiento. Tom tiro una carcajada al aire, observaba como Palenque lo miraba aterrorizado sin poder evitarlo. Mientras llevaba la podadora al dedo meñique del viejo, sin pensarlo dos veces la podadora se cerró hacia él. Y el dedo cayó al suelo. Palenque hizo un grito ahogado detrás de la mordaza y de sus ojos salían lágrimas y miedo. Tom seguía riendo, gritándole que solo había empezado. Luego fue hacia el anular, siguió con el dedo corazón y así hasta desprender todos sus dedos de la mano derecha. La sangre no deja de salir, y Tom tomo esa mano ensangrentada, se agacho hacia su mano y se la paso en el rostro lamiendo todos los espacios donde habían estado los dedos antes. – ¿Ves esto? Esto es hermoso, tu sangre ahora es mía, mira como brilla a la luz de la luna, este color rojo escarlata, más sabroso que el vino después de una larga noche. Esto es la belleza de la vida. Poder saborear la sangre. Junto a un compañero. Sé que tú también la has probado. La adrenalina de la primera muerte. La semilla del terror junto con el miedo sembrado en lo más profundo de tu ser. Pero dentro de ti, queriendo desear más, y más. Uno no es suficiente, ni dos, ni veinte, ni cien. No, nada es suficiente cuando encuentras el sentido de tu vida.

Palenque seguía llorando, aterrado y desconsolado. Sabía que este fue un error fatal. Pero no se explicaba que había salido mal. Todas esas noches de preparación, observando a su presa, estudiándola. Nunca demostró este monstruo que esta frente a él. Incrédulo por los acontecimientos. Ya no forcejeaba, solo se detenía a mirar con lágrimas y arrepentimiento. Quizás vivir desempleado y ver a sus hijos cada fin de mes no sonaba tan mal después de todo. Pero cada una de sus víctimas también se merecía tener una vida plena, pero fueron arrebatadas a golpes por sus manos, no tenía quejas. Que irónico puede llegar a ser la vida. Morir a manos de alguien más peligroso que tú, es la ley de la naturaleza, el más fuerte sobrevive. Este era su destino.

Tom se volvió a su bolsa y tomo la llave suiza de su cazador y se la mostró a palenque sonriendo. – ¿Sabes qué es esto? ¿Lo reconoces? Que irónico. Morir con tu propia herramienta.-

Levanto la llave y la dejo caer sobre las costillas del viejo, una, dos, tres veces. Unas cuantas costillas rotas después se detuvo. La mordaza estaba llena de sangre. Tom se sintió preocupado y se la quitó. Palenque con voz temblorosa rogaba por su vida, y musitaba algo como: -¿Qué clase de monstruo eres?

Tom volvió a reír: -¿Monstruo dices? Solo soy alguien justo como tú. Alguien quien busca redención. Solo soy alguien que quiere sentirse vivo.
Palenque intentaba con sus últimos esfuerzos forcejear. Tom tiro la llave al suelo, y se volteó hacia su bolsa en busca que una herramienta cortante para darle final al ritual. En ese momento el viejo tuvo suerte y en un último forcejeo logro liberarse de los brazos y rápidamente libero sus piernas, e intento correr. Tom se dio cuenta de esto y lo siguió, pero Tom no corrió, sabía que había miles de formas de dar con el fontanero, lo siguió riendo, lo veía jadeando intentando correr allá adelante, pero su cuerpo pesado y toda la sangre que había perdido, lo estaban halando contra la gravedad. – Palenque, Palenque, sabes que aun cuando corras, o te escondas yo te seguiré. Y si no mueres esta noche en mis manos, lo harás alguna otra noche. Porque yo soy la sombra que te sigue, soy la locura que te acompaña, y seré la oscuridad que te acecha. Caminaras todas las noches con miedo porque estaré en cada esquina. Morirás aquí, o morirás junto a tu familia. Pero desde esta noche, solo eres un fantasma más. – Diciendo esto, Tom se detuvo y lo dejo escapar.
~
Pasaron las noches y el viejo Palenque no olvido esas palabras.
<<Desde esta noche solo eres un fantasma más>>.

Cada vez que intentaba dormir soñaba con la sonrisa desquiciada de ese demonio vestido de seguridad. Evitaba salir por las noches o mirar por la ventana, porque cada segundo sentía que lo observaban. Era bastante incómodo y aterrador. Su brazo y su torso habían sido vendados por las heridas. Difícil fue lograr concebir sueño después de tantas pesadillas, pero logro convencerse de que cuando despertaría iría a visitar a su ex esposa y a sus hijos, y esto le dio un poco de ánimos y durmió.

La mañana siguiente Palenque ya estaba frente al porte de su antigua casa, camino a través del jardín, y llego a la puerta. Toco el timbre, pero nadie contesto. Probó el pestillo, y este cedió ante el viejo, la puerta lentamente se abrió y lo que vio fue algo inesperado. Las sábanas blancas regadas en el suelo, manchadas de rojo vino, y pequeños pedazos de cuerpos regados en toda la sala, otros colgando de las paredes como si fueran adornos, en la mesa de  estar, otros pedazos de carne humana ensangrentadas repartidas en dos platos, acompañados de vasos llenas de un líquido rojo. Sobre el sofá las cabezas de su ex esposa y sus dos hijos. Y más arriba en las paredes escrito con sangre.


“Oh Viejo Palenque, esta noche me divertí gracias a ti. ¿No te arrepientes de no haber muerto cuando pudiste?”

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