~El Viejo Palenque~
By:
Xiing
En la
oscuridad de la noche alguien acecha. El Fontanero Palenque espera con
inquietud, con su llave suiza en mano y una sonrisa malévola observa a su
próxima víctima.
En estas
últimas noches la bahía se siente fantasmal, la neblina espesa, la luz de los
faroles parpadeantes y las olas rompiendo en intervalos cortos. Cualquier
persona normal temblaría de miedo o evitaría esta ruta. Pero Tom no. Tom es
diferente, él no le teme a la oscuridad; y su trabajo de medio tiempo como seguridad
lo hacen sentir más confiado. Equipado con una pistola paralizante, es todo lo
que necesita para llegar a su destino.
A unos
metros observando con vigía y ondeando
su llave suiza, alguien inspecciona a Tom con sed de sangre.
<<Esta noche alguien
morirá>>.
Palenque se
acerca sigilosamente a su víctima, sus zapatos dan pasos inaudibles ante el
ruido de las olas. Un paso, dos. Su víctima parece no darse cuenta. Palenque
aprieta el paso y levanta su llave a la altura de su cabeza y se detiene justo
en la espalda de Tom. En ese instante, en ese preciso instante, el mundo se
detiene, las olas dejan de romper y todo empieza a moverse en cámara lenta.
<< ¿Viejo Palenque, tienes
miedo? >>
Palenque era
un fontanero desempleado y divorciado, su esposa lo dejo por sus problemas
psicológicos los cuales deserto porque su psiquiatra desapareció
“misteriosamente”.
El encontró
su pasión en los asesinatos desde aquel día en que tuvo una discusión con su
jefe en la empresa de tuberías, quien termino descuartizado y en pedazos dentro
de bolsas de basura que posteriormente Palenque se tomó la molestia de arrojar
en el desagüe municipal. Esta primera muerte Despertó su sed de sangre,
provocando sensaciones que jamás sintió, abriendo nuevos horizontes y una nueva
profesión.
En sucesión
siguieron su jardinero, un vecino adinerado y su mejor amigo por haberse
acostado con su ex esposa.
Cada
asesinato lo hacía desear más, moler a sus víctimas a golpes con su llave
favorita lo llenaba de gozo. Pero esta noche no será así.
<< ¿Por qué estas asustado,
Viejo Palenque? >>
Palenque con
su llave levantada y sus ojos mirando directamente a los de su víctima; por lo
general, en este momento sus víctimas mostrarían terror en sus rostros, pero
esta vez era palenque quien estaba aterrorizado.
Este lo
miraba fijamente con una sonrisa que mostraba toda la amplitud de sus labios y
sus ojos muy abiertos como una gacela. Palenque seguía incrédulo por la
velocidad en la que se volteó. Pero Tom no parpadeaba y en sus manos sostenía
la pistola paralizante apuntando al viejo Palenque. En un instante la pistola
se disparó y el viejo fontanero cayó al suelo sintiendo mil voltios atravesando
sus venas.
Sus ojos aun
incrédulos observaban con miedo a Tom quien su sonrisa ahora era una carcajada
y lo último que escucho antes de perder la conciencia fue: “Esta no es tu
noche, Viejo Palenque”.
La noche es
hermosa, en especial en el risco al sur de la bahía. La neblina era menos densa
ahí, y desde ahí se podía ver de cerca como las olas rompían en la orilla.
Sentado en una banca que estaba al borde, estaba Tom con un cigarrillo en mano
dándole los últimos sorbos a la colilla, y a su lado recostado estaba el viejo
Palenque amarrado, amordazado e inconsciente. Tom avienta su cigarrillo al mar
con la mente en blanco y con la sonrisa aun dibujada observa al cuerpo
adyacente de viejo, esperando que despertara para empezar el show. Vuelve y ríe
en un tono casi audible.
Minutos
después Palenque empieza a recobrar la conciencia, abre los ojos e
inmediatamente se percata que no puede moverse, ni hablar, solo puede ver. Ver
esos gigantescos ojos frente a él, y la sonrisa diabólica de alguien que hace
solo unas horas antes era la presa. Ahora el cazador se veía envuelto en un
problema mayor, ahora él iba a ser cazado.
Tom no
dejaba de mirarlo y reír: -Palenque, Palenque, no sabes lo que te espera. Esta
noche es hermosa. Al menos para mí.
Se levantó y
camino hacia su auto estacionado a solo unos metros. Sacó una mesa plegable y
una bolsa grande. Las acerco a la banca y tendió la mesa, sobre ella puso un
mantel. Se volvió hacia Palenque lo levanto con fuerzas inhumanas mientras éste
se revolvía tratando de evitar lo inevitable y murmurando palabras
inentendibles a través de la mordaza en su boca. Tom puso al viejo sobre la mesa.
Ató sus manos en cada esquina, e hizo lo mismo con los pies, entre forcejeo con
su víctima logro lo que quería.
-¿Sabes cuál
es la gran diferencia entre tú y yo? Yo soy inteligente, mi locura no se
compara a la tuya, los retos me atraen y mi amor a la sangre es tan espectral y
tan hermosa. No hago esto por diversión, lo hago por pasión. La sangre es mi
enamorada, y cada cuerpo desollado es tan hermoso como cualquier otro. No
importa que sea una virgen, una rubia, un jugador de futbol, o un viejo fontanero
sin vida. Esto es mi pasión, y cada una de mis presas son un santuario para la
sangre que yo libero. – Decía Tom, en el momento que sacaba una podadora de la
bolsa. Y se la mostraba al viejo. – Verás, esto que tengo aquí, ya te
imaginaras para que la usaré. Soy tan bueno que antes de que vayas al cielo, o
al infierno, la verdad me da igual, te cortare las uñas. Te verás como un
maniquí antes de morir, perfecto.
Acerco la
podadora hacia las manos de Palenque y este seguía forcejeando con las
ataduras, pero estas estaban tan firmes que a pesar de poder mover los brazos
sus manos estaban quietas, listas para el procedimiento. Tom tiro una carcajada
al aire, observaba como Palenque lo miraba aterrorizado sin poder evitarlo.
Mientras llevaba la podadora al dedo meñique del viejo, sin pensarlo dos veces
la podadora se cerró hacia él. Y el dedo cayó al suelo. Palenque hizo un grito
ahogado detrás de la mordaza y de sus ojos salían lágrimas y miedo. Tom seguía
riendo, gritándole que solo había empezado. Luego fue hacia el anular, siguió
con el dedo corazón y así hasta desprender todos sus dedos de la mano derecha.
La sangre no deja de salir, y Tom tomo esa mano ensangrentada, se agacho hacia
su mano y se la paso en el rostro lamiendo todos los espacios donde habían
estado los dedos antes. – ¿Ves esto? Esto es hermoso, tu sangre ahora es mía,
mira como brilla a la luz de la luna, este color rojo escarlata, más sabroso
que el vino después de una larga noche. Esto es la belleza de la vida. Poder
saborear la sangre. Junto a un compañero. Sé que tú también la has probado. La
adrenalina de la primera muerte. La semilla del terror junto con el miedo
sembrado en lo más profundo de tu ser. Pero dentro de ti, queriendo desear más,
y más. Uno no es suficiente, ni dos, ni veinte, ni cien. No, nada es suficiente
cuando encuentras el sentido de tu vida.
Palenque
seguía llorando, aterrado y desconsolado. Sabía que este fue un error fatal.
Pero no se explicaba que había salido mal. Todas esas noches de preparación,
observando a su presa, estudiándola. Nunca demostró este monstruo que esta
frente a él. Incrédulo por los acontecimientos. Ya no forcejeaba, solo se detenía
a mirar con lágrimas y arrepentimiento. Quizás vivir desempleado y ver a sus
hijos cada fin de mes no sonaba tan mal después de todo. Pero cada una de sus
víctimas también se merecía tener una vida plena, pero fueron arrebatadas a
golpes por sus manos, no tenía quejas. Que irónico puede llegar a ser la vida.
Morir a manos de alguien más peligroso que tú, es la ley de la naturaleza, el
más fuerte sobrevive. Este era su destino.
Tom se
volvió a su bolsa y tomo la llave suiza de su cazador y se la mostró a palenque
sonriendo. – ¿Sabes qué es esto? ¿Lo reconoces? Que irónico. Morir con tu
propia herramienta.-
Levanto la
llave y la dejo caer sobre las costillas del viejo, una, dos, tres veces. Unas
cuantas costillas rotas después se detuvo. La mordaza estaba llena de sangre.
Tom se sintió preocupado y se la quitó. Palenque con voz temblorosa rogaba por
su vida, y musitaba algo como: -¿Qué clase de monstruo eres?
Tom volvió a
reír: -¿Monstruo dices? Solo soy alguien justo como tú. Alguien quien busca
redención. Solo soy alguien que quiere sentirse vivo.
Palenque
intentaba con sus últimos esfuerzos forcejear. Tom tiro la llave al suelo, y se
volteó hacia su bolsa en busca que una herramienta cortante para darle final al
ritual. En ese momento el viejo tuvo suerte y en un último forcejeo logro
liberarse de los brazos y rápidamente libero sus piernas, e intento correr. Tom
se dio cuenta de esto y lo siguió, pero Tom no corrió, sabía que había miles de
formas de dar con el fontanero, lo siguió riendo, lo veía jadeando intentando
correr allá adelante, pero su cuerpo pesado y toda la sangre que había perdido,
lo estaban halando contra la gravedad. – Palenque, Palenque, sabes que aun
cuando corras, o te escondas yo te seguiré. Y si no mueres esta noche en mis
manos, lo harás alguna otra noche. Porque yo soy la sombra que te sigue, soy la
locura que te acompaña, y seré la oscuridad que te acecha. Caminaras todas las
noches con miedo porque estaré en cada esquina. Morirás aquí, o morirás junto a
tu familia. Pero desde esta noche, solo eres un fantasma más. – Diciendo esto,
Tom se detuvo y lo dejo escapar.
~
Pasaron las
noches y el viejo Palenque no olvido esas palabras.
<<Desde
esta noche solo eres un fantasma más>>.
Cada vez que
intentaba dormir soñaba con la sonrisa desquiciada de ese demonio vestido de
seguridad. Evitaba salir por las noches o mirar por la ventana, porque cada
segundo sentía que lo observaban. Era bastante incómodo y aterrador. Su brazo y
su torso habían sido vendados por las heridas. Difícil fue lograr concebir
sueño después de tantas pesadillas, pero logro convencerse de que cuando
despertaría iría a visitar a su ex esposa y a sus hijos, y esto le dio un poco
de ánimos y durmió.
La mañana
siguiente Palenque ya estaba frente al porte de su antigua casa, camino a
través del jardín, y llego a la puerta. Toco el timbre, pero nadie contesto. Probó
el pestillo, y este cedió ante el viejo, la puerta lentamente se abrió y lo que
vio fue algo inesperado. Las sábanas blancas regadas en el suelo, manchadas de
rojo vino, y pequeños pedazos de cuerpos regados en toda la sala, otros
colgando de las paredes como si fueran adornos, en la mesa de estar, otros pedazos de carne humana ensangrentadas
repartidas en dos platos, acompañados de vasos llenas de un líquido rojo. Sobre
el sofá las cabezas de su ex esposa y sus dos hijos. Y más arriba en las
paredes escrito con sangre.
“Oh Viejo Palenque, esta noche me
divertí gracias a ti. ¿No te arrepientes de no haber muerto cuando pudiste?”